jueves, 15 de octubre de 2015

¿“Ángeles”…… o “mensajeros”?


Antes de empezar con nuestro comentario, permítannos una pequeña observación: cuando nosotros publicamos algo rebatiendo determinadas propuestas del “celebérrimo” personaje de Apologista Mario Olcese, no es que tengamos fijación con éste, sino que con ello estamos rebatiendo también a todos aquellos que piensan como él y que son muchísimos más de los que se imaginan, prescindiendo de la “ganadería” religiosa a la que pertenezcan; por ello, nuestros artículos, lejos de ir “en contra de…”, van “a favor de…”, en este caso en favor de ustedes que nos leen. Porque realmente lo que pretendemos, es poner a nuestros lectores en guardia ante la avalancha de los “falsos maestros” (2 Ped. 2:1) que según el apóstol Pedro aparecerían en los últimos días…… el Sr. Olcese no es más que la excusa, que nos permite el poder compartir con ustedes lo que realmente dicen las Escrituras. Así como la forma correcta de averiguarlo, pues en nuestros escritos les mostramos los pasos a seguir para encontrar el verdadero entendimiento de estas y que es lo que a la postre le permitirá a uno alcanzar el tan esperado reino de Dios y que lo tenemos a la vuelta de la esquina. No olvidemos que la Biblia no es más que el libro de instrucciones que Jehová Dios puso a nuestra disposición, para ponernos al corriente de los pasos que debemos de seguir para beneficiarnos de sus promesas…… el primero de ellos, este:

Esto es excelente y acepto a vista de nuestro Salvador, Dios, 4 cuya voluntad (luego un mandato en toda línea) es que hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad.” (1 Tim. 2:3-4). (Acotación nuestra).

Luego pensando que nuestro pequeño esfuerzo puede contribuir a que alcancen tal logro, pasemos al tema de hoy y que tiene que ver, no tanto con el artículo que publicamos el pasado día 21/09/15 y en el que tratábamos de desmontar un planteamiento del personaje aludido (compartido por no pocos “entendidos” en la materia y cómo les hemos señalado), sino por la respuesta que a este le dio. Porque apoyándose en el pasaje de Mat. 25:31, ese “caballero” afirmaba que cuando Jesucristo regrese a la tierra lo hará acompañado por “ángeles” y no por la “Iglesia” o conjunto de sus seguidores fieles; por ello señalábamos en nuestro escrito, la necesidad de que cuando uno lee las Escrituras no tiene que hacerlo condicionado por lo que otros le han dicho que estas dicen (en este caso, los primeros traductores de estas y algo que razonábamos en el artículo mencionado), sino lo que este uno interpreta de ellas y así no caer en “vicios” inducidos.

Por ejemplo, cuando en la Biblia leemos el término “ángel”, no tenemos que presuponer de entrada que estamos hablando de un ser celestial, sino lo que el contexto nos indique en ese momento…… recordemos, que dicha expresión procede del griego ág·gue·los y este a su vez, del hebreo mal·ʼákj y expresiones ambas que literalmente significan “mensajero”. Entonces y según sea el contexto en el que nos encontremos, tenemos que decidir qué término usar: si estamos hablando del personaje que le dio la revelación al apóstol Juan, estaríamos hablando de un mensajero de origen celestial y por lo que el vocablo “ángel” sería el procedente…… sin embargo, a Jesús y a los que este envió, aunque “enviados” de Dios en definitiva, no se les puede aplicar el término “ángel” porque estamos hablando de seres humanos, por lo que les llamaríamos “mensajeros” de Dios ¿entienden por dónde va más o menos la cosa? Luego tiene que quedar claro que no hay que aplicar estrictamente la literalidad de las expresiones mal·ʼákj o ág·gue·los y que desde tiempos inmemoriales en las diferentes traducciones de las Escrituras nos han vertido por “ángel”, sino el término que en cada momento identifique correctamente en el idioma de uno, al personaje del que estamos hablando y que en español sería “ángel” si estamos hablando de un ser celestial, o “mensajero” si estamos hablando de un ser humano…… sin ir más lejos y por aquello de enfatizar la cosa, tenemos que los “dos testigos” de Rev. 11:3 no serían más que unos “mensajeros” enviados por Dios, mientras que al “mensajero” enviado a transmitir información a Daniel acerca de la profecía de las “70 semanas”, se le tiene que aplicar el término “ángel”.

Dicho lo cual y pensando que la idea ha quedado correctamente establecida, pasemos ahora a la respuesta que Apologista Mario Olcese dio a nuestro planteamiento en el video publicado el 25/09/15 y bajo el ya sugerente titular “Repito: son los ángeles santos los que acompañan al Hijo de Dios durante su parusía” (en ese entretanto, nos ha mandado dos videos más, uno hablando de los “100 porqués razonables para salirse de la Watchtower” y otro tratando el tema de “Recomendaciones técnicas para la crianza de pollos”…… ¡justito de lo que le estamos hablando nosotros, oigan!) y en el que se reafirmaba en sus tesis, aunque para ello se limitaba sencillamente a enumerar una serie de textos en los que se señala que Jesús regresa acompañado de sus “santos ángeles” (Mat. 25:31, Mar. 8:38, Luc. 9:26), pero sin entrar a rebatir en ningún momento los argumentos que nosotros dábamos en nuestro escrito para sostener nuestra propuesta y como es costumbre en ese personaje: se reafirma en la tropelía publicada a modo de “enseñanza”, pasando por alto los argumentos que en contra de su exposición, se le hayan formulado.

Continúa en su video, sorprendentemente y para validar su posición, citando otros pasajes que usan también el término “ángeles”, pero relacionados los tales con el momento que en la tierra se lleva a cabo la predicación de Mat. 24:14 anunciada por Jesús en su momento (Mat. 24:31, Mar.13:27, Mat. 13:41, Mat. 16:27) y que hasta donde nosotros entendemos de las Escrituras, esta no la llevan a cabo ángeles, sino los “dos testigos” (Rev. 11:3) o resto “ungido” por aparecer y a la manera de los Pedro, Juan, Pablo y muchísimos otros del primer siglo (hombres en todo caso), que recibirán la colaboración de otras personas para llevar adelante su tarea o comisión, siempre según el contenido de la “parábola de las oveja y las cabras” y que pueden ustedes leer en Mat. 25:31-46…… por lo que en este caso, tendríamos que estar hablando de “mensajeros” y no de “ángeles”, como de forma machacona nos traducen las versiones bíblicas actuales.

Permítannos sin embargo y antes de continuar con nuestra exposición, hacer una pequeña matización y por aquello de entender de qué estamos hablando nosotros: porque en todo momento los autores de este blog y en lo relativo al regreso de Cristo a la tierra, hemos centrado nuestra atención al momento concreto en que éste regresa en persona (eso es, de forma visible) para destruir a las naciones con sus líderes al frente y evento que en las Escrituras recibe el nombre de “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso”, en la que se reúne a “los reyes de toda la tierra habitada” en oposición a Jehová y batalla ésta dirigida por Jesucristo (Rev. 16:14; 16) y que coloquialmente nos referimos a ella como la “batalla de Har-magedón” y que no la pelean los ángeles. Y decimos esto, porque si bien es cierto que los autores de este blog hemos dejado probado sin lugar a duda alguna que la “primera” resurrección es consecuencia directa e inmediata del regreso de Jesucristo a la tierra (1 Tes. 4:15-17), no es menos cierto que ello puede llevar a engaño a aquellos que no estén muy puestos en la cosa, eso es, que no estén al tanto de lo que realmente sucede, porque lean con atención lo que se nos dice que ocurre en ese preciso momento:

Y después de los tres días y medio, espíritu de vida procedente de Dios entró en ellos y se pusieron de pie y gran temor cayó sobre los que los contemplaban. 12 Y oyeron una voz fuerte procedente del cielo decirles: “¡Suban acá!”. Y subieron al cielo en la nube y sus enemigos los contemplaron.” (Rev. 11:11-12).

Recordemos y por aquello de centrarnos, que estamos en ese dramático momento vencida ya la primera mitad de la “semana 70” en tres días y medio, cuando se produce el regreso del Hijo de Dios a la tierra y que hemos dicho, conlleva asociada la inmediata “primera” resurrección; pero si analizamos este pasaje con cuidado, nos encontramos con la siguiente paradójica situación: nos enteramos del regreso de Cristo a la tierra, no por una presencia física y directa de éste regresando apoteósicamente acompañado por una ingente cantidad de ángeles, sino solo por el “efecto reflejo” que dicho regreso tiene con relación a la resurrección de los “dos testigos”…… y como sea que Pablo nos dijo que la resurrección de estos, “no precedería” (1 Tes. 4:15), eso es, no se podía producir antes que la de los restantes seguidores de Cristo del primer siglo, es por lo que podemos concluir que estamos ante la llamada “primera” resurrección y prueba evidente, de que el Hijo de Dios ya está de retorno en la tierra. Pero a todo esto, resulta que a Jesucristo en ese momento aún no lo ha visto nadie, sino que lo que se les da a los resucitados “dos testigos” es un autoritativo mandato de “¡Suban acá!” y siendo que lo que ve a continuación el espectador de ese lance, es lo siguiente:

Y subieron al cielo en la nube y sus enemigos los contemplaron.” (v. 12 b).

O sea, que lo que realmente se ve de tan magno evento, es el ascenso al cielo de los resucitados “dos testigos”…… y nada más. Dicho de otra manera, que si bien se percibe y para entendernos, la influencia de la presencia activa de Cristo en la tierra, por medio de la resurrección de los “dos testigos”, ni se ve físicamente a Jesucristo, ni se ve la resurrección de los Juan, Pablo, Pedro y compañía, sino solo a los “dos testigos” ya resucitados partiendo hacia el cielo y como se les había ordenado…… sin embargo, recordemos de nuevo, que es el regreso de Cristo a la tierra lo que provoca la “primera” resurrección, luego resulta que de alguna manera éste ya ha descendido del cielo.

Por lo que estaríamos ante lo que los TJ entienden y entienden correctamente (otra cosa es que apliquen dicho entendimiento de forma disparatada)para disgusto del Sr. Olcese , en el sentido de que el regreso de Jesucristo se produce en dos fases: una primera en la que solo se percibe la influencia de su “presencia” y constatada por la “primera” resurrección y una segunda, ya visible y definitiva, en la que se presenta al frente de sus “ejércitos”, eso es, de sus 144.000 fieles seguidores (Rev. 14:4) para derrotar a las naciones rebeldes (Salmo 2) y establecer el reino de Dios en la tierra. Observen que en las Escrituras se nos insinúa un cierto “impase” en el tiempo, desde el momento en que se produce la “primera” resurrección y denunciada por ese inapeable “¡Suban acá!”, hasta el regreso visible de Jesucristo y que podría estar justificado dicho “impase” por un evento que se produce en el cielo y que se conoce como “las bodas del cordero” (Rev. 19:7) , que no es otra cosa que el encuentro de Jesucristo con su congregación al completo…… eso es, que juntos por fin ya todos los fieles seguidores de Cristo en el cielo con éste, es cuando se puede celebrar dicha simbólica boda.

Ello explicaría que entre la “primera” resurrección y la “batalla de Armagedón” existe un pequeño paréntesis aquí en la tierra, pues en la profecía de Revelación o Apocalipsis parece que antes de producirse dicha confrontación, hay una serie de desastres naturales que producen espectaculares destrozos en la tierra y causados por la ira divina (Rev. 15-18), mientras que Jesucristo no aparece visiblemente hasta Rev. 19:11 y en plan, digamos, poco “amistoso” y ya como para ultimar la cosa…… y aquí nos detenemos, para matizar lo siguiente: que en el momento de regresar Jesucristo a la tierra y antes de ese “¡Suban acá!” de los miembros participantes de la “primera” resurrección y para celebrar la simbólica boda o unión eterna entre ellos y Jesucristo, lo hubiera hecho acompañado de un gran cortejo de ángeles de Dios y como señala el Sr. Olcese, es una cuestión que no discutimos. Es más, nunca hemos entrado a debatir dicha circunstancia, porque nos parece un hecho sumamente irrelevante por la total opacidad que a dicho supuesto evento se le da; recordemos que según las Escrituras y como acabamos de explicar, nos enteramos del regreso de Cristo por la ocurrencia de la “primera” resurrección y no por una magnificente aparición del Hijo de Dios rodeado de miríadas de poderosos ángeles.

A lo que habría que añadir, el hecho poco coherente y del que algo nos tendría que decir el “teólogo” en cuestión, de como un anuncio hecho “a bombo y platillo” en las Escrituras a lo largo de siglos, acerca de un impresionante regreso de Cristo rodeado de todos sus “santos ángeles” y relatado en numerosos textos bíblicos (como nos muestra el Sr. Olcese), se produjera sin una espectacular manifestación pública de ello y tal como hemos señalado…… ¡vamos: que se podría decir que ocurre “en la más estricta intimidad”!; y con lo que, obviamente, no nos negarán que estaríamos ante un auténtico despropósito. Ya harina de otro costal y que es de lo que nosotros estamos hablando, es la del regreso físico de un Jesucristo en plan guerrero (Rev. 19:11) “para enfrentarse a los reyes de la tierra” y de aquellos que en ese momento le acompañan (evento trascendental para la humanidad) y que de ninguna manera son “ángeles”, como mostraremos a continuación y empezando por señalar a una profecía de largo recorrido, pues apunta a nuestros días y que se encuentra ya en el libro de Zacarías:

Y ustedes ciertamente huirán al valle de mis montañas; porque el valle de las montañas llegará hasta Azel misma. Y ustedes tendrán que huir, tal como huyeron debido al temblor de tierra en los días de Uzías el rey de Judá. Y Jehová mi Dios ciertamente vendrá (en la persona de Jesucristo) y con él estarán todos los santos.” (Zac. 14:5).

Noten ustedes que no se nos habla de “ángeles” en este pasaje, sino de los “santos” (o “fieles”, según versiones) y que si nos remitimos a la profecía de Daniel, estos no son otros que “el pueblo de los santos del Supremo” o “Altísimo” en algunas traducciones (Dan. 7:27)…… eso es, el conjunto de aquellos que al lado de Cristo tienen que reinar sobre el mundo y por lo que, a tenor de lo leído en Hebr. 2:5, de ninguna manera podríamos estar hablando de ángeles; pero veamos qué se nos dice al respecto en otro pasaje, en este caso en el de Rev. 17:14:

Estos (los reyes de la tierra) combatirán contra el Cordero, pero, porque es Señor de señores y Rey de reyes, el Cordero los vencerá. También, los llamados y escogidos y fieles que con él están lo harán (eso es, que participan en dicha victoria).” (Acotaciones nuestra).

Y los ángeles podrán ser todo lo “fieles” que el Sr. Olcese quiera, pero lo que no pueden ser nunca es “llamados” o “escogidos”…… luego queda claro que no son los ángeles los que acompañan a Jesucristo en su regreso a la tierra para establecer el reino de Dios; no podemos olvidar al respecto, las palabras proféticas de Pablo cuando dijo lo siguiente:

Por su parte, el Dios que da paz aplastará a Satanás bajo los pies de ustedes (no de los ángeles) en breve. Que la bondad inmerecida de nuestro Señor Jesús esté con ustedes.” (Rom. 16:20). (Acotación nuestra).

Sin embargo el personaje en cuestión, ignorante hasta las cachas, continúa en su disparatada proposición, cuando solo con usar el término “mensajero” y que es lo que significa la palabra “ángel” en los textos por él usados, bastaría para darse cuenta de lo equivocado que está al reafirmarse en esta cuestión; porque si leemos los pasajes mencionados por ese “prócer” de la teología bajo este prisma, esos es, sustituir el término “ángeles” por el de “mensajeros”, veamos en qué resulta:

Mat. 25:31: “Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria y todos los mensajeros con él, entonces se sentará sobre su glorioso trono (recordemos que los que comparten trono con él y según promesa reflejada en Rev. 3:21, son sus fieles seguidores y no los ángeles).” (Acotación nuestra).

Mar. 13:27: “Y entonces él enviará los mensajeros (los “dos testigos” y aquellos que con estos colaborarán) y reunirá a sus escogidos desde los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.” (Acotación nuestra).

Mat. 16:27: “Porque el Hijo del hombre está destinado a venir en la gloria de su Padre con sus mensajeros (eso es, sus “llamados, escogidos y fieles”) y entonces recompensará a cada uno según su comportamiento.” (Acotación nuestra).

Porque la realidad y como acabamos de comprobar, es que Jesucristo regresa rodeado de aquellos que en su momento envió en calidad de “mensajeros” por todo el mundo conocido en aquél momento, a anunciar las “buenas nuevas del reino de los cielos” (Mat. 28:18-20). Sin embargo, lejos de hacer este ejercicio de lógica y con el ánimo, según dice en el video mencionado el “teólogo” Apologista Mario Olcese, de “hacer callar a sus detractores” (y que en lo que a nosotros respecta, ni él podría subir tan alto, ni aquí los “mendas” caer tan bajo) usa el pasaje de Rev. 19:11-14 como prueba definitiva e irrevocable, de lo “acertado” de su planteamiento…… por lo tanto, es con este mismo pasaje con el que desbarataremos su “castillo de naipes”, pues analicemos con detenimiento lo que se nos dice en el susodicho pasaje:

Y vi el cielo abierto y, ¡miren!, un caballo blanco. Y el que iba sentado sobre él se llama Fiel y Verdadero y juzga y se ocupa en guerrear con justicia. 12 Sus ojos son una llama de fuego y sobre su cabeza hay muchas diademas. Tiene un nombre escrito que nadie conoce sino él mismo, 13 y está vestido de una prenda de vestir exterior rociada de sangre y el nombre con que se le llama es La Palabra de Dios. 14 También, los ejércitos que estaban en el cielo le seguían en caballos blancos y estaban vestidos de lino fino, blanco y limpio.”

Y ahora entrémonos en ese último versículo 14, pues es en donde se nos dan dos claves que nos ayudarán a desmontar el disparate perpetrado por el “teólogo” Apologista Mario Olcese, porque veamos: se nos habla de unos “ejércitos” que estaban en el cielo y que seguían a Jesucristo en su regreso a la tierra, vestidos de “lino fino, blanco y limpio”…… por lo tanto, necesitamos averiguar en primer lugar qué significa ese tipo de vestimenta nada apropiada para el combate y para lo que tenemos que retroceder unos pocos versículos en ese mismo capítulo 19, concretamente a los versos 7 y 8 y en donde haciendo referencia expresa a la “Iglesia” o congregación de fieles seguidores de Jesucristo, se nos dice como sigue:

Regocijémonos y llenémonos de gran gozo y démosle la gloria, porque han llegado las bodas del Cordero y su esposa (la congregación fiel y por fin ya reunida en su totalidad) se ha preparado. 8 Sí, a ella (no a los “ángeles”) se le ha concedido estar vestida de lino fino, brillante y limpio, porque el lino fino representa los actos justos de los santos (no de los ángeles).” (Acotaciones nuestras).

Ello nos retrotrae a lo que se les ofertó a los miembros de las siete congregaciones mencionadas en los capítulos 2 y 3 de Revelación o Apocalipsis y “que vencieran”, eso es, que aguantaran hasta la misma muerte (Rev. 2:10), entre otras cosas con el ser dotados de “prendas de vestir exteriores blancas”, como premio a sus “actos justos” (Rev. 3:4-5). Luego con el pasaje que acabamos de leer en mente, volvamos de nuevo al versículo 14 de este mismo capítulo 19 del que estamos hablando y saquemos conclusiones:

También, los ejércitos que estaban en el cielo le seguían en caballos blancos y estaban vestidos de lino fino, blanco y limpio.”

Luego “blanco y en botella” y nunca mejor dicho: los que siguen a Jesucristo en su regreso definitivo a la tierra para tomar el poder sobre ella y que es de lo que se trata, no son un ejército de ángeles, sino un ejército compuesto por su “iglesia” o “congregación” de santos ya simbólicamente desposada con él y vestidos de refulgentes prendas de vestir de “lino fino, blanco y limpio”, como recompensa por su “actos justos” de extrema fidelidad…… en definitiva, sus 144.000 hermanos menores (Juan 20:17); es cierto que alguien pudiera objetar que lo que leemos en dicho pasaje es que los que le seguían era los “ejércitos de los cielos” y que ello da a entender que tendríamos que estar hablando de ángeles, pero lo que con dicha afirmación conseguiríamos y según hemos argumentado, no sería más que violentar el contexto general de las Escrituras. Recordemos que en nuestro artículo señalado al inicio de este escrito, ya mencionábamos que la Biblia que tenemos hoy a nuestro alcance, probablemente y en algunos textos nada tenga que ver con la idea original de los manuscritos más antiguos y por lo que solo el contexto general de ésta, nos puede servir de guía acerca del correcto mensaje que se nos quiere transmitir por medio de dichos textos; reiterado lo cual, veamos si tenemos una explicación lógica acerca de esos “ejércitos de los cielos” que se nos mencionan.

De entrada, hagámonos una pregunta: ¿Cómo definiría usted a unos personajes, todos ellos inmortales Hijos de Dios, por tanto seres con esencia divina, si tuviera que escribir algo sobre ellos para personas que vivirían casi 2.000 años después de usted? Porque no podría hablar de “ángeles”, porque esas personas no son ángeles…… pero es que tampoco son hombres y por lo que entendemos como “hombre” en el estricto sentido del término, pero que sin embargo y junto a Cristo, vienen procedentes del cielo; recordemos al respecto, que en uno de nuestros muchos escritos y para dar una aproximación de más o menos cercana a lo que son esos ensalzados personajes, tomamos como punto de referencia al inmenso y vasto mar: si usted se acercara a la orilla y tomara un vaso de agua de dicho mar, lo que usted tendría en el vaso no sería otra cosa que mar, aunque en una ínfima cantidad…… pero mar, al fin y al cabo. Por lo tanto y si personalizamos al mar en la figura del infinito Dios, lo que usted tendría en el vaso no sería otra cosa que una ínfima porción de Dios…… pero Dios al fin y al cabo; luego ¿cómo identificar a seres que no pueden ser llamados ángeles porque no lo son, pero que tampoco pueden ser llamados hombres, porque tampoco lo son, pero que bajan del cielo? La única pista que se nos da sobre el particular, la encontramos en 2 Cor. 5:17 y que tampoco nos aclara nada, acerca de qué nombre darles a esos excelsos personajes:

Por consiguiente, si alguien está en unión con Cristo, es una nueva creación; las cosas viejas pasaron, ¡miren!, cosas nuevas han llegado a existir.”

Probablemente lo que usted haría y como seguro hicieron los primeros traductores de los manuscritos antiguos, es tirar por la calle de en medio y hablar “de los ejércitos que estaban en el cielo” y que era los más ajustado a lo que se entendía en aquél tiempo, por todo aquello que provenía del cielo; pero note que el pasaje de Rev. 19:14 no dice “los ángeles que estaban en el cielo” y que sería lo suyo si se estuviera hablando en dicho pasaje de esos seres celestiales, sino “los ejércitos que estaban en el cielo”…… entonces dado que los miembros participantes de la llamada “primera” resurrección, son primero elevados a los cielos (Rev. 11:12), luego es de donde bajan acompañando a Jesucristo, nada nos indica que los acompañantes de Jesucristo y por bajar del cielo, tengan que ser precisamente ángeles. Y en cuanto al plural del término “ejército” empleado en esa frase, bien podríamos estar ante una especie de plural mayestático, eso es, que solo pretenda indicar el inmenso poder desplegado proveniente del cielo; recordemos y eso ya no es más que una simple conjetura personal de los autores de este blog, pero del todo verosímil en el contexto en el que nos movemos, que en su momento señalamos que cada uno de esos personajes y por ser Hijos de Dios, tiene más poder que todos los ángeles juntos…… luego es obvio que el inmenso poder acumulado por Jesucristo y sus 144.00 “hermanos” menores y desplegado en esa lucha por venir y como un todo, bien se podría reflejar de forma mayestática con el término “ejércitos”.

En todo caso, la evidencia del contexto escritural no nos permite suponer el que Cristo baje a combatir a los reyes de la tierra acompañado por los ángeles, pues a los que se les concedió la autoridad para “destrozar a las naciones como vasos de alfarero” no fue a los ángeles, sino a los fieles seguidores de Cristo:

Y al que venza y observe mis hechos hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones 27 y pastoreará a la gente con vara de hierro, de modo que serán hechos pedazos como vasos de barro, como lo que he recibido de mi Padre.” (Rev. 2:26-27).

Y es obvio que eso ocurre y según el Salmo 2, en el momento de producirse el conflicto de la batalla final de “Har-magedón” y con lo que termina la “gran tribulación”, en donde la naciones rebeldes con sus reyes al frente son destruidas y Satanás apresado y sacado de la “circulación” por una “temporadita” (mil años) y evento que da paso al reino de Dios…… no entiendan y como hace ese “genio” de la teología que afirma ser Apologista Mario Olcese, que dicho gobernar y hacer pedazos como con “vara de hierro” a las naciones tiene que ver con el período de tiempo del reinado de mil años de Jesucristo, porque no van por ahí “los tiros”. Por otra parte y según hemos creído demostrar, “los tiros” tampoco van por que los acompañantes del Hijo de Dios en su regreso a la tierra, sean los ángeles, sino que son sus “llamados, escogidos y fieles” (Rev. 17:14)…… todo lo demás, no son más que “historias para no dormir”, salidas de una mente con un bajísimo coeficiente intelectual.

En todo caso, dicho lo dicho y ya a modo de conclusión, solo nos queda hacerle una pregunta a ese “súmmum” de la teología y que es la siguiente: si como queda probado y lejos de duda alguna, Jesucristo viene a la tierra a pelear la batalla de Har-magedón rodeado de sus “llamados, escogidos y fieles”, en definitiva de la “Iglesia”…… ¿en qué momento, el Hijo de Dios regresa a esta acompañado de “todos sus santos ángeles”? ¿O tenemos que pensar de dicho “teólogo”, resulta que ahora comparte la enseñanza de los TJ, en el sentido de un regreso de Cristo en dos fases? Los autores de este blog ya nos hemos pronunciado al respecto y con toda suerte de argumentos probatorios, por lo que ahora resulta que “la pelota” está en el tejado del “teólogo” en cuestión…… a ver cómo, entonces, resuelve la cuestión y sin hacer el ridículo.

MABEL


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