lunes, 16 de junio de 2014

¿Es lo mismo la “vida eterna”...... que la “inmortalidad”?


Digamos de entrada y para fijar posición, que si bien ambos términos se usan de forma indistinta para significar una vida de duración indefinida, para los autores de este blog ambas expresiones tienen la misma relación que la “gimnasia” y la “magnesia”, que si bien fonéticamente parecen iguales, aquello que describen es totalmente distinto y como pensamos demostrar a lo largo de este escrito. En todo caso un tema ciertamente conflictivo, a tenor de lo que uno va leyendo de personas que se tienen por “entendidas” en la materia y que no parecen estar muy al tanto de lo que se expone en las Escrituras, pues destaca la unanimidad existente entre una gran mayoría de ellas en el sentido de que, efectivamente, estaríamos hablando en ambos casos de la misma cosa: eso es, que el término “vida eterna” sería sinónimo de “inmortalidad” y viceversa. Dicho lo cual, metámonos ya “en harina” y empecemos con la tarea de intentar demostrar la veracidad de nuestra posición inicial, con lo que consideramos como un buen punto de partida para llegar al fondo de la cuestión y que tiene que ver con un pasaje bíblico que nos habla de la promesa divina de que en un fututo, en este momento ya muy cercano, el ser humano podrá alcanzar la vida eterna:

Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16).

Estas palabras, dichas por el propio Hijo de Dios, no sospechoso por tanto de desconocimiento de la realidad de las cosas o afán de tergiversarlas, hacen referencia al mundo en general y no a una parte selecta del mismo, como los futuros beneficiarios del acceso a la mencionada vida eterna…… eso es, que la promesa de alcanzar dicha meta, estaba dirigida a la humanidad obediente como un todo y sin excepción de ninguna clase: la única condición exigida para ello y como muestra el pasaje citado, es la de ejercer fe en el sacrificio expiatorio o sangre derramada de Cristo; de hecho, lo que Jesús dijo a aquellos con los que posteriormente estableció el pacto por un reino, fue lo siguiente:

Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que contempla al Hijo y ejerce fe en él tenga vida eterna y yo lo resucitaré en el último día.” (Juan 6:40).

Posteriormente, el apóstol que registró dichas palabras, nos explicó como él había entendido las mismas:

Les escribo estas cosas para que sepan que tienen vida eterna, ustedes los que ponen su fe en el nombre del Hijo de Dios.” (1 Juan 5:13).

Sin embargo, noten que en ninguno de los dos pasajes se nos habla de la inmortalidad por haber ejercido fe en el Hijo de Dios, sino de vida eterna y en línea con lo leído en Juan 3:16, por lo que a nuestro entender no estaríamos hablando de dos términos equivalentes; no obstante, esta reflexión no es compartida por aquellos que defienden la idea de una inmortalidad igual a vida eterna o viceversa y usando el siguiente pasaje, para probar su planteamiento:

Y él pagará a cada uno conforme a sus obras: 7 vida eterna a los que por aguante en la obra que es buena buscan gloria y honra e incorruptibilidad.” (Rom. 2:6-7).

Pero si analizamos el texto con atención, lo que leemos es que aquellos que por el aguante en la obra que es buena intentan alcanzar la gloria, la honra y la incorrupción, se les premia con la vida eterna y lo que significa que esta es una cosa distinta a la inmortalidad y en principio, de más valor que esta, pues dicha vida eterna se concede como “recompensa” a un determinado esfuerzo; es cierto que la mayoría de traducciones bíblicas vierten el término “incorruptibilidad” que aparece en ese pasaje en la versión TNM por el de “inmortalidad”, en un intento de transmitir la idea de que la inmortalidad es la misma cosa que la vida eterna…… y algo que a los autores de este blog no nos acaba de “cuadrar”. Pero ello solo se puede entender, si se parte del hecho de que mientras la expresión “vida eterna” es un concepto y que nos habla de una vida mantenida por tiempo indefinido, la “inmortalidad” es una condición o cualidad que se añade a la vida eterna que uno ya tiene y que es algo muy distinto…… o dicho de otra manera y para entendernos: que se puede tener vida eterna sin tener inmortalidad, pero no se puede tener inmortalidad, sin tener previamente vida eterna; pero veamos cómo se nos muestra dicha circunstancia en las propias Escrituras:

Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.” (Rev. 20:6).

Aclaremos en primer lugar, que por “muerte segunda” se entiende aquella muerte que es consecuencia de un juicio adverso de Dios y con resultado de destrucción eterna (Rev. 20:14-15) y no de la muerte causada por el pecado y que habrá desaparecido de la escena en el reino de Dios; a partir de ahí, razonemos con un poco de lógica sobre lo leído en el pasaje en cuestión: si sobre aquellos que participan de dicha “primera” resurrección y que reinarán con Cristo se nos dice, que la “muerte segunda” no tiene autoridad sobre ellos, eso significa que se les concede la inmortalidad (eso es, que ya no pueden ya morir) y desde el mismo momento que se levantan en esa “primera” resurrección…… pero por otra parte y tomando la oración por pasiva, lo que se sobreentiende es que hay otros que disfrutando también de “vida eterna”, sí les puede alcanzar dicha “muerte segunda”, pues de lo contrario y en el pasaje transcrito, no tendría sentido alguno el que se nos concretara que es sobre “estos” (luego no sobre “otros”), que dicha “muerte segunda” ya no tiene poder.

Luego en un intento de aclarar este “galimatías” y teniendo en cuenta que la Revelación o Apocalipsis, nos sitúa en los últimos días de este inicuo sistema de cosas y cercanos ya a los eventos que nos llevarán a la instauración del reino de Dios en la tierra, solo es razonable que nos formulemos la siguiente pregunta: ¿de cuántos grupos de personas nos habla Rev. 7:1-10 que estarán presentes, en el momento de empezar a andar dicho reino de Dios? Y siendo esta la indiscutible respuesta: de un grupo reducido de 144.000 individuos sellados en sus frentes, por una parte y, por otra, de una “gran muchedumbre que ningún hombre podía contar”, que habrá sobrevivido a la “gran tribulación” venidera y que a diferencia de los primeros (significativa diferencia, si se nos permite la observación) no tienen sello identificativo alguno en sus frentes. Eso es, dos grupos perfectamente diferenciados el uno del otro, tanto por cantidad como por calidad y primer grupo, según el texto de Rev. 14:1, del que se nos dice que son los que acompañan a Jesucristo en su reinar; y de los que acabamos de leer (Rev. 20:6) que gozarán de la inmortalidad, pues la “muerte segunda” ya no puede alcanzarlos…… entonces “blanco y en botella”: aquellos que sí pueden ser alcanzados por la “muerte segunda”, son los integrantes del grupo de la “gran muchedumbre” y a pesar de que según se lee en Rev. 7:14-15 (por ser parte del mundo de la humanidad que sí ha ejercido fe en la sangre derramada de Cristo), se les concede y en armonía con la promesa divina de Juan 3:16, la posibilidad de poder vivir eternamente o, repetimos, el acceder a la vida eterna. Luego un mínimo ejercicio de lógica y sentido común sobre lo leído, nos dice que ello solo puede significar que vida eterna e inmortalidad no pueden ser expresiones sinónimas que nos hablen de una misma cosa, como afirman la mayoría de “entendidos” a los que nos hemos referido al inicio de este escrito.

Por lo que ya tenemos a un reducido grupo de personas que tienen la inmortalidad, por una parte y otro grupo inmenso por la otra que, aun gozando del favor de Dios y como hemos visto, resulta que no la tienen, pero que en última instancia y por haber entrado al reino de Dios con vida y haber sido liberados de la carga del pecado en función del rescate de Cristo, ya no tienen por qué volver a morir y con lo que resulta que ya tienen acceso a la vida eterna o vida de duración indefinida, exactamente igual que los primeros…… por lo que es obvio, que no podemos estar hablando de una misma cosa cuando nos referimos a la inmortalidad y a la vida eterna, pues, repetimos, son dos conceptos totalmente diferentes. Entonces si hemos dicho que no se puede tener inmortalidad, si no se tiene previamente la vida eterna, pero que se puede disfrutar de la vida eterna sin tener inmortalidad…… ¿qué es, realmente, la inmortalidad, dado que ya hemos aprendido que la vida eterna es el disfrutar de una vida sin fin?

Para explicar esa cuestión, lejos de enzarzarnos en una guerra de textos bíblicos con los autores que defienden un planteamiento contrario al nuestro, dejaremos que sea el contexto bíblico el que dé y quite razones; en consecuencia, nos retrotraeremos a los tiempos de nuestro primer padre Adán para sacar una perspectiva de cuál era su situación. Y lo que vemos, es que ya de entrada, este fue creado para no morir y lo que significa que ya estaba en posesión de la tan traída y llevada vida eterna, lo que se deduce de la siguiente advertencia que se le dio:

Y también impuso Jehová Dios este mandato al hombre: “De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. 17 Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás.” (Gén. 2:16-17).

Ahora pregúntese lo siguiente: ¿qué habría ocurrido, si Adán no hubiera desobedecido ese mandato divino? Pues sencillamente que habría seguido viviendo indefinidamente, pues en su cuerpo estaba implantado el “chip” de la vida eterna y solo la desobediencia podía arrancarlo de ahí; por lo que mientras este se hubiera mantenido sujeto en obediencia a su Creador, a ese grado se hubiera mantenido con vida…… y esta es la vida eterna de la que se nos habla en Juan 3:16 y que tanto disfrutarán el grupo de los que reinarán con Cristo, como aquellos que sean sobrevivientes de la mencionada “gran tribulación” y que serán súbditos del reino de Dios, así como también aquellos que vayan resucitando durante ese período de tiempo y en lo que se podría considerar como una “segunda” resurrección, porque veamos que se lee en las Escrituras:

“…… y para que él (Jehová Dios) envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús, 21 a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.” (Hech. 3:20-21). (Acotación nuestra).

Luego si todas las cosas tienen que ser “restauradas” y término que solo significa el devolver algo a una condición anterior, hay que pensar que de nuevo volverá el ser humano a disfrutar de esa misma vida eterna de la que dispuso nuestro primer padre…… y que sin embargo no era inmortal, como quedó demostrado posteriormente; pero dicho lo cual ¿qué es, entonces, la inmortalidad? Veamos unas palabras de Jesús, que nos podrían ayudar a entender este asunto con más claridad:

Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen. 28 Y yo les doy vida eterna y no serán destruidas nunca; y nadie las arrebatará de mi mano.” (Juan 10:28).

Ello nos lleva a pensar que el término “inmortalidad” es sinónimo de “indestructibilidad” y algo que parece quedar ratificado, según lo dicho en su momento por el apóstol Pablo:

Pero cuando esto que es corruptible (o “destructible”) se vista de incorrupción (o “indestructibilidad”) y esto que es mortal se vista de inmortalidad, entonces se efectuará el dicho que está escrito: “La muerte es tragada para siempre”.” (1 Cor. 15:54). (Acotaciones nuestras).

Parece quedar claro por lo tanto, que la inmortalidad, más que ver con la duración de la vida de uno y algo que conocemos como vida eterna, tiene que ver con el poder ser uno destruido o no y algo que ha quedado meridianamente claro con la expresión dirigida a los 144.000, en el sentido de que la “muerte segunda” y sinónimo de destrucción eterna (Rev. 20:14), no tiene poder sobre ellos…… mientras sí lo tiene sobre aquellos que no forman parte de ese “grupeto” de cogobernantes con Cristo, como es el caso de aquellos que serán súbditos del reino de Dios. Y por lo que, resumiendo y como hemos dicho antes, se puede perfectamente disfrutar de la vida eterna sin tener inmortalidad, pero no se puede ser inmortal, sin estar en posesión de la vida eterna…… no olvidemos y algo que nos puede ayudar a muestra perspectiva, el hecho de que si bien es cierto que Juan 3:16 nos habla de la vida eterna como máximo galardón para todo aquel que ejerza fe en el Hijo de Dios, no es menos cierto que con respecto de esas personas que reinarán con Cristo en condición de seres inmortales o de indestructibilidad, se nos dijo lo siguiente:

Por consiguiente, si alguien está en unión con Cristo, es una nueva creación; las cosas viejas pasaron, ¡miren!, cosas nuevas han llegado a existir.” (2 Cor. 5:17).

Porque si hasta el momento teníamos conocimiento de la existencia de una creación espiritual como son las ángeles y de una creación material, como es el ser humano, a partir de Jesucristo empezó a tomar forma una “nueva creación”, eso es y dicho sea para entendernos, seres vivos con forma humana e indestructibles, que como hemos visto es lo que significa el ser inmortal y que aparecerán cuando Cristo regrese a la tierra y se produzca con ello la llamada “primera” resurrección y de la que salen tales personajes…… de hecho, esto es lo que Jesús dijo acerca de ellos en determinado momento:

Jesús les dijo: “Los hijos de este sistema de cosas se casan y se dan en matrimonio, 35 pero los que han sido considerados dignos de ganar aquel sistema de cosas y la resurrección de entre los muertos ni se casan ni se dan en matrimonio. 36 De hecho, tampoco pueden ya morir, porque son como los ángeles y son hijos de Dios, por ser hijos de la resurrección.” (Luc. 20:34-36).

El que sean “como los ángeles”, significa, por ejemplo y a tenor del contexto, que no se pueden reproducir mediante unión sexual con una mujer, pues ellos ya renunciaron en su carrera para reinar al lado de Cristo, a todas las prerrogativas humanas que incluían dicha capacidad de reproducirse…… y son “hijos de la resurrección”, porque “nacen” a su condición de “nuevas” criaturas, al ser levantados en la mencionada “primera” resurrección como Hijos de Dios; es cierto que esta pasaje tiene muchos más matices, pero ello ya sería materia para otro debate y por lo que nos limitaremos a señalar este pequeño aspecto. Porque lo que hemos pretendido al considerarlo, es el desarrollar un poco la idea del por qué son una “nueva creación” esos personajes, a diferencia de las características del ser humano convencional y que se mantendrán también sobre aquellos que se levanten en la considerada como “segunda” resurrección, que se producirá durante el milenio y que sí podrán continuar reproduciéndose…… eso es, que los resucitados durante el periodo milenial, serán las mismas personas y con las mismas capacidades, que tenían antes de morir.

Concluyendo y regresando al tema central de este escrito, el término inmortalidad no es y a diferencia de lo que afirman algunos que se las dan de “teólogos”, sinónimo de vida eterna (ni a la inversa), sino que estamos hablando de cosas distintas, eso es, que una cosa es la “gimnasia” y otra, la “magnesia”, aunque parezcan sonar igual; prueba de ello y según lo considerado, es que si bien se puede disfrutar de vida eterna sin necesidad alguna de tener que ser inmortal, como es el caso de los súbditos del reino de Dios, no se puede tener la inmortalidad, si previamente no se es depositario de la vida eterna, como es el caso de aquellos que tienen que reinar con Cristo. De todas manera, este planteamiento ha sido cimentado sobre aquello que los autores de este blog entendemos del registro escritural y por tanto, sujeto a error; por ello les estimulamos y si les interesa el tema, que hagan su propia investigación acerca de ello y que saquen sus propias conclusiones…… nosotros solo nos limitamos a dar una pequeña semblanza de cómo entendemos la cuestión.

MABEL

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