domingo, 20 de junio de 2010

Las ovejas y las cabras

En Mat. 25:31-46, pueden ustedes leer un relato conocido como la ilustración, o parábola, de “las ovejas y las cabras” y que Jesús dio casi al final de su estancia aquí en la Tierra. Y en la que a nuestro entender y contrario, como ya parece ser costumbre, a mucho de lo publicado en Internet al respecto y según los entendidos en la materia, de lo que se nos habla es de unas personas que pasarán a convertirse en los primeros súbditos del gobierno del reino de Dios, próximo a instaurarse aquí en la Tierra. Sin embargo, la inmensa mayoría de los autores que nos hablan de ella, insisten en que hace referencia a aquellos que han de gobernar con Cristo en ese reino; luego claramente se ve, que estamos hablando de dos cosas totalmente distintas y partiendo de un mismo relato. Por otra parte, los citados autores usan como base para su afirmación, solo los versos 31 y 34 y obviando el resto del citado relato, lo cual significa el mutilar de forma incorrecta e interesada, el sentido correcto del mismo y eso ya de entrada, descalifica por completo su planteamiento. Porque sabido es, que un texto sin su contexto, es solo un pretexto; luego al extractar esos dos textos que son parte de un todo (la parábola en cuestión), para exponer una idea incorrecta sobre la misma y adulterando por tanto su sentido original, están incurriendo en un delito de irreverente desprecio contra el que tal ilustración creyó oportuno que se leyera y que no es otro que Jehová Dios.

Por lo tanto, nosotros sostenemos que de ninguna manera se nos habla en esa ilustración de los “hermanos” de Jesucristo, como de forma errónea se nos quiere dar a entender, porque si razonamos con lógica y sentido común y colocando esos dos textos en su correspondiente contexto, vemos que las Escrituras no nos dicen eso. Y para probarlo, vamos a considerar algunos puntos interesantes de ese capítulo 25 de Mateo: inmediatamente anterior a este relato referente a un juicio (no olvidemos que estamos hablando de un juicio) y que se inicia a partir del versículo 31, Jesús había acabado de hablarles de otras dos parábolas y que conocemos como la de “las vírgenes discretas”, versos 1-13 y la de “los talentos”, versos 14-30 y dirigidas a sus discípulos. La primera para enfatizar la necesidad de estar alerta y la segunda, para señalar la necesidad de ser diligentes en cuidar de los bienes encomendados; y puesto que Jesús asemejo estos dos relatos previos, al reino de Dios, deberíamos entender que aquí se dirigía a los que llegarían a ser sus hermanos y por ello, co-gobernantes en dicho reino. Pero en el versículo 31 y que da inicio a la parábola que estamos analizando, Jesús no establece ninguna semejanza con dicho reino, sino que nos habla de otra cosa, ya que hace referencia (como hemos dicho) a un juicio por efectuar en el momento de su venida. Pero analicemos algunos pasajes de ese relato y que ya tienen que ver con la ilustración de la que estamos hablando, o sea de Mat. 25:31-46;veamos, por tanto, los versículos 31-33 e inicio de la parábola:

Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre su glorioso trono. 32 Y todas las naciones serán reunidas delante de él y separará a la gente unos de otros, así como el pastor separa las ovejas de las cabras. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha, pero las cabras a su izquierda.”

Luego vemos que Jesús coloca la acción en el momento de su llegada, pero a quienes se convoca ante él en ese momento y para juicio, no lo olvidemos, es a “las naciones” (o conjunto de personas de distintas procedencias) que obviamente existen en ese momento y no a sus discípulos. Por otra parte, discípulos a los que después de su resurrección (la de Jesús, por supuesto), ya consideró como sus “hermanos”:

Entonces Jesús les dijo: “¡No teman! Vayan, informen a mis hermanos, para que se vayan a Galilea; y allí me verán.” (Mat. 28:10).

Y hasta donde nosotros entendemos, esos hermanos no necesitan pasar por ningún juicio: en primer lugar, porque esas personas aludidas son los sobrevivientes de la llamada “gran tribulación” y por la que no pasan dichos hermanos y, en segundo lugar, porque cuando resucitan, ya lo hacen como perfectos e inmortales Hijos de Dios, luego ya han recibido la aprobación de su Padre Celestial Jehová y por lo que no están sujetos a juicio alguno; porque eso, es lo que parece ser que dijo Jesús en Juan 5:24:

Muy verdaderamente les digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna y no entra en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida.”

Y no olvidemos un detalle importante que nos da Rom. 6:5:

Porque si hemos sido unidos con él en la semejanza de su muerte, ciertamente también seremos unidos con él en la semejanza de su resurrección.”

Luego tendríamos que recordar que a Jesucristo se le dio un nombre que está por encima de todo otro nombre, por haber aguantado hasta la muerte, guardando integridad a Dios (Fil. 2:5-11). Jesús venció en esa prueba suprema, luego aquellos que fueran unidos a él en la semejanza de su muerte, si vencían como él había vencido (Rev. 3:21), recibirían una resurrección a la semejanza de Jesús, eso es, levantándose como perfectos e inmortales Hijos de Dios y por lo tanto, al igual que Jesús, no sujetos a un juicio posterior con posible resultado de muerte eterna:

Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo, y reinarán con él por los mil años.” (Rev. 20:6).

Pero veamos ahora, lo que se les dijo a los miembros de la congregación de Tiatira en el sentido de que el que “venza y observe mis hechos hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones” (Rev. 2:26) y palabras, que aplicaban también por supuesto, a las seis congregaciones restantes. La pregunta lógica sería entonces, hasta el fin.….. “¿de qué?”. Pues hasta el fin de su vida terrestre, ya que cuando uno muere no puede observar ningún tipo de hecho ¿no es cierto? Por lo tanto deberíamos de concluir, que puesto que tenían que ser semejantes a Cristo en su muerte, ellos también tenían que sufrir una muerte de sacrificio, manteniendo integridad (tenían que “vencer” también) para ser resucitados de manera semejante a la de Él, o sea, con el galardón ya concedido. Porque eso es lo que nos dice Pablo, cuando ya conocedor de su inminente muerte en sacrificio, afirmó:

He peleado la excelente pelea, he corrido la carrera hasta terminarla, he observado la fe. 8 De este tiempo en adelante me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, el justo juez, me dará como galardón en aquel día;……” (2 Tim. 4:7-8).

¿Hay algo en esas palabras que nos hagan pensar que Pablo (y otros fieles, por supuesto), tendrá que pasar por algún juicio de selección o reválida, para recibir finalmente, la “corona de la justicia”? Evidentemente no, entonces.….. ¿de dónde se han sacado esos “entendidos” tan peregrina idea?

Pero volviendo al tema que nos ocupa, es que tenemos otra cosa que tampoco parece razonable y que es en donde está el meollo del asunto, porque veamos la pregunta que le hacen a Jesús las personas que son juzgadas, a fin de conocer el motivo de recibir el premio o en su defecto, el castigo merecido y la respuesta que recibieron (versos 37-39), a su pregunta:

Entonces los justos le contestarán con las palabras: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos extraño y te recibimos hospitalariamente, o desnudo y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo, o en prisión y fuimos a ti?

Luego lo primero que notamos aquí, es que las personas que actuaron llevando a cabo dichas acciones, no tenían ni la más remota idea de a quién estaban ayudando, cosa que no podría ser cierta, en el caso de sus seguidores o discípulos y que mueren precisamente por serle fieles. Ellos sí saben, a favor de quien están trabajando, por decirlo de alguna forma y con lo cual, esa ilustración no puede estar hablando de ellos de ninguna manera. Y lo más concluyente, está en las palabras del versículo 40 y en donde Jesús, responde a dicha pregunta:

Y en respuesta el rey les dirá: ‘En verdad les digo: Al grado que lo hicieron a uno de los más pequeños de estos hermanos míos, a mí me lo hicieron.”

Luego el grupo de “estos hermanos míos”, tiene que ser un grupo distinto al de las personas sometidas a juicio ¿no es así? Ellos son el referente del juicio y no los receptores del mismo, ya que el juicio tiene ver con lo que otros, les han hecho o no, a ellos. O sea, las naciones, son juzgadas en función de cómo han actuado para con esos hermanos de Jesucristo, luego razonablemente no pueden ser lo mismo. Es asunto de pura lógica.….. ¿o no es así?

Entonces repetimos la pregunta ¿de dónde sacan esos señores, que en los versos 31 y 34, o en alguna otra parte de esa ilustración, se hace referencia a los que han de gobernar con Cristo? Solo un total desconocimiento de lo que dice la Biblia y del propósito de Dios, puede generar semejante incoherencia. En fin, nosotros no creemos que la cosa sea tan complicada de entender, cuando se analiza debidamente el contexto de esa ilustración y se lee correctamente el contenido de la misma y por ello, de nuevo les hacemos nuestra conocida recomendación: abran su Biblia, lean con detenimiento y saquen sus propias conclusiones.

MABEL

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